Casi sin darme cuenta, lo que pensaba que nunca iba a llegar, ha llegado. Acabo de jubilarme. Soy Rafael, maestro con más de treinta y cinco años de servicio. Tras hacer balance de esta larga etapa, considero que he tenido una vida profesional llena de inquietudes, enriquecedora e intensa. Desde que empecé, allá por los años 80, hasta el 10 de octubre de 2016, en que he terminado, tuve la costumbre de anotar mis experiencias en un pequeño diario. Partiendo de sus páginas, he escrito este libro.
En Diario de un maestro no demasiado ofendido, 1980-2018, además de mis vivencias, análisis y pensamientos, quiero mostrar las opiniones, críticas y valoraciones de mis propios compañeros, de la Administración educativa y de la sociedad en general.
Mi punto de vista sobre el mundo de la educación y el papel del maestro en este complejo universo es muy similar al de la mayoría de mis colegas: hay que adaptarse a los nuevos tiempos y el profesorado ha de tener un especial protagonismo en esta empresa. Y tengo una fijación, creo que también compartida: los maestros somos los grandes ignorados de este proceso; ni se nos tiene en cuenta para la elaboración de las leyes educativas, ni se nos consulta para los nuevos proyectos, ni tenemos presencia en los medios de comunicación.
Temas como la oposición, la metodología de trabajo, el modelo de jornada, las vacaciones, la conciliación de la vida laboral y familiar, la relación con las familias, el alumnado y los compañeros, el estrés del docente, las bajas laborales, las extraescolares, los deberes, el acoso escolar, la enseñanza concertada, las leyes educativas, los recortes o el informe Pisa son tratados en estas páginas.